
En un país donde la robótica suele ser sinónimo de fábricas futuristas y proyectos millonarios, una pequeña startup decidió romper las reglas. Noetix Robotics acaba de presentar Bumi, un robot humanoide que no busca reemplazar a nadie, sino acompañar, enseñar y entretener. Lo sorprendente no es solo su carisma, sino su precio: apenas lo que cuesta un smartphone de alta gama. Y con eso, acaba de abrir un nuevo capítulo en la historia de la robótica personal.
Un robot que sonríe y aprende
Mide apenas 94 centímetros, pesa 12 kilos y tiene una sonrisa que conquista al primer vistazo. Bumi no pretende parecer un androide de película, sino un amigo tecnológico. Lanzado en la plataforma JD.com, el robot se agotó casi de inmediato: más de 100 unidades vendidas en una hora y las primeras 500 desaparecieron en dos días. Todo un récord para una empresa que hasta hace poco era desconocida.
El truco está en su fórmula: apariencia amigable, capacidades interactivas y un precio imposible de ignorar. Por 9.998 yuanes (unos 1.200 euros), Bumi cuesta lo mismo que un iPhone 17 Pro Max en China. Y eso lo convierte en el primer robot humanoide de consumo masivo con precio de smartphone. Lejos de ser un juguete o una máquina industrial, está diseñado para hablar, aprender, jugar y enseñar. No levanta cajas, pero sí levanta sonrisas.
El secreto detrás del precio imposible
¿Cómo logra Noetix vender un humanoide a una fracción del costo habitual? La respuesta está en su modelo de producción. En lugar de depender de proveedores externos, la empresa decidió fabricar casi todo internamente: desde las placas electrónicas hasta el software que da vida a Bumi. Esa integración vertical elimina intermediarios y reduce los costos de forma drástica.
El diseño también fue una jugada maestra. Al utilizar una estructura compuesta y solo los refuerzos metálicos necesarios, redujeron el peso a 12 kilos. Menos peso significa menos batería, y menos batería significa menor costo. Pero el verdadero golpe de ingenio fue aprovechar el ecosistema industrial chino al 100 %: motores, sensores y procesadores Rockchip producidos localmente permiten mantener precios bajos sin sacrificar rendimiento. En un país con la cadena de suministro tecnológica más potente del planeta, Noetix encontró su ventaja competitiva.
Tecnología con rostro humano
Lejos de inspirar temor, Bumi fue diseñado para ser “adorable”. Su altura, inferior a un metro, lo hace ideal para interactuar con niños o acompañar a adultos mayores. Nada de miradas inquietantes ni movimientos bruscos: este pequeño humanoide se mueve con fluidez y tiene una presencia que encaja mejor en un salón que en un laboratorio. Además, se integra con Joy Inside 2.0, el ecosistema de JD.com que permite a los usuarios programarlo y personalizar sus interacciones. La idea no es vender un producto cerrado, sino una plataforma que evolucione con quien la usa.
En cierto modo, Bumi representa un cambio de paradigma: un robot que no intimida, que no busca reemplazar al ser humano, sino conectarse con él. Noetix quiere que sus compradores sientan que están adquiriendo un compañero inteligente, no una máquina más.
El futuro según Noetix Robotics
La empresa no planea detenerse aquí. Con dos fábricas ya operativas en Pekín y Changzhou, y una tercera en camino, Noetix espera alcanzar una producción mensual de mil unidades para finales de 2025. Su meta no es dominar la industria, sino democratizarla. Que cualquier persona pueda tener un humanoide en casa sin hipotecarse para lograrlo.
Bumi es apenas el primer paso de una visión más grande: una nueva generación de robots domésticos accesibles, expresivos y, sobre todo, humanos. Si lo consiguen, el día en que convivir con un robot sea tan común como tener un smartphone podría estar mucho más cerca de lo que imaginamos.
[Fuente: Journaldugeek]