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El motor que podría cambiar la aviación: Airbus y Toshiba prueban un sistema superconductor para volar con hidrógeno

El sueño de volar sin emisiones está más cerca que nunca. Mientras la industria aeronáutica busca alternativas al queroseno, Airbus y Toshiba han presentado algo que va más allá de un cambio de combustible: un motor eléctrico superconductor de 2 megavatios, alimentado y enfriado por hidrógeno líquido, capaz de reducir diez veces el peso de los sistemas actuales.

El anuncio se realizó en la Japan International Aerospace Expo 2024, donde ambas compañías confirmaron su colaboración para desarrollar motores eléctricos ultraligeros destinados a los futuros aviones de hidrógeno. La clave no está solo en la energía que lo impulsa, sino en cómo la usa: el mismo hidrógeno que alimenta las pilas de combustible también mantiene el sistema a temperaturas criogénicas, permitiendo la superconductividad, un fenómeno en el que la resistencia eléctrica desaparece por completo.

Un salto hacia el vuelo limpio

Airbus y Toshiba prueban un motor superconductor de 2 megavatios y 10 veces más ligero. Un avance clave para los aviones eléctricos de hidrógeno
© Toshiba.

El desafío de la aviación del siglo XXI no es solo volar más lejos, sino hacerlo sin dejar una huella de carbono. Mientras las aerolíneas intentan compensar emisiones y los fabricantes desarrollan nuevos combustibles, Airbus y Toshiba trabajan en un cambio más profundo: reinventar el propio motor.

Su propuesta es tan ambiciosa como concreta. Un motor superconductor —es decir, capaz de transmitir electricidad sin pérdidas— que funciona a temperaturas ultrabajas y puede ser alimentado con hidrógeno líquido, el mismo que se usa como fuente de energía en las pilas de combustible.

El resultado: un sistema que pesa diez veces menos que los motores eléctricos convencionales, pero mantiene una potencia de 2 megavatios, suficiente para impulsar aeronaves regionales y, en el futuro, aviones de pasajeros de medio alcance.

Hidrógeno y superconductividad: una combinación perfecta

Airbus y Toshiba prueban un motor superconductor de 2 megavatios y 10 veces más ligero. Un avance clave para los aviones eléctricos de hidrógeno
© Toshiba.

El hidrógeno líquido necesita almacenarse a –253 °C para mantenerse estable. Casualmente, esa temperatura coincide con el rango en el que los materiales superconductores se vuelven totalmente eficientes. Por eso, los ingenieros de Toshiba encontraron una oportunidad única: usar el propio hidrógeno como refrigerante del motor, eliminando sistemas adicionales de enfriamiento y reduciendo aún más el peso total.

“En aviación, cada kilogramo cuenta. Este diseño puede cambiar las reglas del juego”, explica Fumitoshi Mizutani, líder del proyecto en Toshiba. El motor logra una densidad de potencia sin precedentes y una eficiencia energética que supera el 98 %. A escala industrial, eso podría traducirse en vuelos más largos, más silenciosos y sin emisiones directas de CO₂.

Una alianza que mira a 2050

Airbus lleva años explorando la propulsión basada en hidrógeno dentro de su programa ZEROe, cuyo objetivo es poner en el aire el primer avión comercial sin emisiones antes de 2050. La colaboración con Toshiba, formalizada en 2024, une la experiencia europea en aviación con medio siglo de investigación japonesa en superconductividad.

El prototipo presentado en la Japan International Aerospace Expo 2024 marca el inicio de una nueva fase de pruebas conjuntas. El plan incluye validar la compatibilidad del sistema con pilas de combustible y evaluar su rendimiento en condiciones de vuelo real. Si los resultados se confirman, Airbus podría integrar esta tecnología en su primer demostrador de hidrógeno a mediados de la próxima década.

Europa, por su parte, ya está sentando las bases. El plan REPowerEU prevé producir 10 millones de toneladas de hidrógeno verde para 2030, mientras la estrategia Fit for 55 introduce incentivos para acelerar la descarbonización aérea. En otras palabras: la infraestructura que necesita este motor empieza a tomar forma.

Más allá del cielo: impacto en tierra y mar

Airbus y Toshiba prueban un motor superconductor de 2 megavatios y 10 veces más ligero. Un avance clave para los aviones eléctricos de hidrógeno
© Toshiba.

El potencial del motor superconductor no se limita al aire. Toshiba afirma que la misma tecnología puede aplicarse en barcos, trenes y sistemas espaciales, donde la combinación de bajo peso y alta potencia es igualmente valiosa.

El ingeniero Kyohei Shibata, del Departamento de Nuevos Negocios de Toshiba, lo resume así: “No estamos diseñando solo un motor de avión, sino una plataforma energética limpia aplicable a cualquier medio de transporte.”

En el transporte marítimo, responsable de casi el 3 % de las emisiones globales, motores superconductores alimentados por hidrógeno o amoníaco verde podrían reducir drásticamente la contaminación. En el sector ferroviario, trenes de hidrógeno ya operan experimentalmente en Alemania y Japón, y esta tecnología permitiría aumentar su alcance sin electrificar las vías. Incluso el sector espacial observa con interés el potencial de la propulsión criogénica ligera para misiones de larga duración.

La nueva era de la propulsión limpia

El camino hacia la aviación sostenible será largo, pero la dirección parece clara. Los motores superconductores ofrecen eficiencia, ligereza y sinergia energética, tres elementos clave para romper el techo tecnológico que hasta ahora limitaba el vuelo eléctrico.

Si logra escalarse, esta tecnología permitirá:

  • Reducir drásticamente las emisiones del sector aéreo.
  • Integrar propulsión, refrigeración y almacenamiento de energía en un solo sistema.
  • Impulsar el uso del hidrógeno verde en otras industrias del transporte.
  • Reforzar la infraestructura global de producción y suministro de hidrógeno.

El futuro del vuelo con hidrógeno no depende solo de nuevos combustibles, sino de cómo aprovechamos la física para reinventar el movimiento.
Y en ese sentido, este motor no es un simple avance técnico: es una declaración de intenciones.

Porque, si todo sale bien, el día en que abordemos un avión y dejemos de ver humo saliendo de las turbinas no será un sueño futurista. Será el resultado de un motor silencioso, helado y superconductor, que lleva décadas gestándose y que, por primera vez, está listo para despegar.

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