El placer de escuchar

El último truco de SpaceX: Hacer flotar un cohete de 70 metros sobre el mar. La despedida de Starship V2 fue pura ciencia ficción

Durante unos segundos, la física pareció rendirse. En el cielo de Texas, un cilindro de acero de 70 metros de altura —el equivalente a un edificio de 24 plantas— descendía lentamente sobre el golfo de México. Su caída era tan controlada, tan suave, que daba la sensación de que flotaba. Era el último vuelo de Starship V2, la generación de cohetes que SpaceX acaba de jubilar. Y Elon Musk decidió despedirla con un espectáculo digno de ciencia ficción.

Un coloso de acero que aprendió a caer

SpaceX hace flotar un edificio de 24 plantas en el cielo. El último vuelo de Starship V2 marca el fin de una era
© SpaceX,

El undécimo vuelo de Starship marcó el cierre de una etapa. Los 33 motores Raptor del Super Heavy Booster 15 rugieron al unísono y elevaron el cohete más grande del mundo por última vez desde la Plataforma 1 de Starbase. Pero lo más impresionante no fue el despegue, sino el regreso.

Tras la separación de etapas, el propulsor probó una nueva secuencia de frenado que lo acercó un paso más a la recuperación completa. Encendió doce motores para frenar bruscamente, luego redujo a cinco para afinar su caída. El resultado fue una coreografía de fuego y control: el Super Heavy descendiendo de manera tan estable que, visto desde la costa, parecía suspendido en el aire.

Durante unos segundos, el cohete flotó sobre el océano como si la gravedad se hubiese detenido. Luego cayó y se autodestruyó, dejando tras de sí una estela de vapor y metal brillante.

La nave que resistió el infierno

SpaceX hace flotar un edificio de 24 plantas en el cielo. El último vuelo de Starship V2 marca el fin de una era
© YouTube / VideoFromSpace.

Mientras tanto, la Starship 38 completó un vuelo casi impecable. En solo ocho minutos alcanzó su trayectoria suborbital y apagó sus seis motores Raptor para iniciar el descenso sobre el océano Índico. Por primera vez, abrió su bahía de carga y desplegó con suavidad ocho simuladores de satélites Starlink, demostrando que el sistema de carga ya está listo para operar.

Después vino la prueba más arriesgada: la reentrada. SpaceX había retirado a propósito varias losetas del escudo térmico para medir los límites del vehículo bajo el calor extremo. Lo que siguió fue una tormenta de plasma naranja envolviendo la nave, mientras las cámaras a bordo mostraban un espectáculo hipnótico: la nave girando lentamente, rodeada de fuego, sobreviviendo al infierno.

A los 66 minutos de vuelo, la Starship ejecutó su última maniobra: un viraje dinámico para simular el futuro aterrizaje en torre y un frenado final antes de caer al mar, intacta.

El fin de una era y el nacimiento de la próxima

Este vuelo no fue solo una prueba, sino un rito de transición. Con él, SpaceX despide a los vehículos Block 2, una generación marcada por explosiones, rediseños y avances que sentaron las bases para lo que viene. La Plataforma 1, escenario de once lanzamientos, será desmantelada y reconstruida para acoger a la siguiente etapa del programa: la Starship V3.

La nueva versión será más alta, más potente y equipada con motores Raptor 3, un sistema de separación en caliente y rejillas aerodinámicas de nuevo diseño. Además, incorporará adaptadores para transferencia de combustible en órbita, una maniobra crítica para las misiones lunares de la NASA.

Mientras tanto, SpaceX ultima la Plataforma 2, que recibirá los primeros lanzamientos de la V3. Será desde allí donde Musk intentará cumplir su promesa: alcanzar la órbita y demostrar que Starship puede desplegar satélites, repostar en el espacio y, algún día, llevar humanos a la Luna y a Marte.

Cuando un cohete parece desafiar la gravedad

El vuelo 11 fue, en esencia, una despedida. Pero también una demostración de lo que está por venir: una precisión milimétrica, un control absoluto, un cohete que parece flotar. Lo que SpaceX mostró no fue solo potencia, sino una coreografía aérea que parece anticipar el futuro de los vuelos espaciales reutilizables.

Por unos segundos, un edificio de acero se sostuvo en el aire sobre el golfo de México. Y en esa imagen —tan imposible como hermosa— quedó grabado el final de una etapa y el inicio de otra. Porque, para SpaceX, incluso cuando algo cae… en realidad, está aprendiendo a volar.

Actualizáte