Durante años, Starlink ha sido sinónimo de innovación tecnológica y velocidad en el internet satelital. Su capacidad para llevar conexión incluso a las zonas más remotas del planeta la convirtió en un símbolo del avance global hacia un mundo más conectado. Sin embargo, un nuevo competidor acaba de irrumpir en escena, y su origen podría alterar por completo el equilibrio del sector. Desde China, una empresa ambiciosa se prepara para disputar el trono de la conectividad global, y su primer paso fue en Sudamérica.
El gigante chino que desafía a Elon Musk

En medio del avance constante de Starlink, una firma china llamada SpaceSail, con sede en Shanghái, firmó un histórico acuerdo con Telebras, empresa estatal de telecomunicaciones de Brasil. El objetivo es tan simple como revolucionario: llevar internet de alta velocidad a las zonas más aisladas del país, donde la fibra óptica no llega y la conectividad parece un sueño.
Pero SpaceSail no quiere detenerse ahí. Su plan contempla una red de 648 satélites de órbita baja (LEO) para este año, con la intención de expandirse hasta 15.000 satélites en 2030. Su visión: ofrecer conexión estable y veloz en más de 30 países, especialmente en contextos críticos como emergencias naturales o crisis humanitarias.
Mientras tanto, Starlink —con sus más de 7.000 satélites activos— sigue dominando el mercado, aunque la irrupción del nuevo competidor chino promete encender una batalla tecnológica sin precedentes.
Una carrera orbital que redefine el mapa digital
China no está improvisando. Además de SpaceSail, el país impulsa su propia constelación llamada Qianfan o “Mil Velas”, considerada su primer gran esfuerzo para crear una infraestructura global de banda ancha satelital. Y no es la única: tres constelaciones adicionales ya están en desarrollo.
El plan es ambicioso: lanzar hasta 43.000 satélites LEO en las próximas décadas. Esta expansión busca garantizar una cobertura mundial, posicionando a China como potencia tecnológica más allá de la Tierra.
El respaldo económico también acompaña el proyecto. En 2024, SpaceSail obtuvo una inversión de 6.700 millones de yuanes, impulsada por un fondo estatal destinado a fortalecer su músculo industrial y tecnológico. Con semejante apoyo, Pekín no solo apuesta por mejorar la conectividad, sino también por disputar la hegemonía digital a Occidente.
Sin embargo, el ritmo acelerado del programa ha generado preocupación entre políticos y expertos occidentales, que temen que la expansión de estas redes pueda extender también los mecanismos de censura del régimen chino más allá de sus fronteras.
Cómo SpaceSail quiere revolucionar el acceso a internet
A diferencia de los satélites tradicionales que orbitan a más de 35.000 kilómetros, los satélites LEO operan a una altura de entre 500 y 2.000 kilómetros, lo que reduce drásticamente la latencia y mejora la velocidad de respuesta. Este es el secreto detrás del éxito de Starlink, y ahora también la apuesta central de SpaceSail.

La empresa china planea ofrecer servicios competitivos en regiones donde la infraestructura terrestre es escasa o inexistente, con un enfoque inicial en Sudamérica, donde países como Brasil, Argentina y Perú presentan amplias zonas rurales desconectadas. Su promesa: una conexión más estable, más rápida y, sobre todo, más accesible.
Si el plan se concreta, SpaceSail podría no solo competir con Starlink, sino también cambiar la estructura misma del acceso global a internet, abriendo una nueva etapa en la llamada “guerra de las órbitas bajas”.
El inicio de una nueva era en la conectividad global
Mientras Elon Musk continúa ampliando su constelación, con la meta de alcanzar 42.000 satélites hacia 2030, China avanza con una velocidad que sorprende incluso a los analistas. En menos de una década, podríamos estar presenciando una transformación total del panorama digital, con dos grandes potencias orbitando alrededor del futuro.
La batalla por el control del cielo digital ya no es una metáfora: es una realidad en expansión. Y su desenlace podría definir quién tendrá el poder de conectar —o desconectar— al mundo entero.