El placer de escuchar

Un despegue sin ruido. El X-59 de la NASA vuela por primera vez y desafía una de las leyes más temidas de la aviación

El 28 de octubre, poco después de que el sol asomara en el desierto californiano, algo inusual despegó de la Planta 42 de Lockheed Martin: una aguja de metal, tan larga y delgada que parecía imposible que volara. Se trataba del X-59, el primer avión supersónico silencioso del mundo, una apuesta de la NASA y Skunk Works para borrar el rugido que durante décadas marcó el límite entre lo posible y lo prohibido.

A los mandos, el piloto de pruebas Nils Larson. A sus espaldas, casi una década de desarrollo. En apenas una hora, el avión alcanzó los 3.600 metros y una velocidad de 370 km/h, sin incidentes. Todo transcurrió como si la física se hubiera tomado un descanso: no hubo estampido sónico. Solo un zumbido suave y un aplauso contenido de los ingenieros que llevaban años esperando ese momento.

El avión que suena como un portazo

El rugido que nunca llegó: el avión supersónico silencioso de la NASA surca el cielo por primera vez y promete cambiar la historia del vuelo
© NASA/Lockheed Martin.

El X-59 no se parece a ningún avión anterior. Su morro ocupa la mitad del fuselaje, las alas son pequeñas y su cabina está oculta, reemplazada por un sistema de cámaras que proyecta la vista delantera en una pantalla. Desde fuera parece una nave alienígena; desde dentro, un laboratorio de aerodinámica extrema.

La clave del milagro no está en sus materiales, sino en su forma. Cada centímetro de su estructura fue calculado en supercomputadoras para controlar cómo se forman y distribuyen las ondas de choque que genera al volar más rápido que el sonido. En lugar de provocar una explosión —el clásico “boom” sónico—, el X-59 produce lo que sus ingenieros llaman un sonic thump: un golpe suave, comparable al portazo de un coche.

Lo extraordinario es que esa diferencia puede transformar toda la aviación comercial. Durante medio siglo, el Concorde y otros proyectos supersónicos quedaron condenados por el ruido. Pero si este avión consigue demostrar que se puede viajar a Mach 1,4 sin despertar a una ciudad entera, el futuro de los vuelos sobre tierra podría reescribirse.

De los túneles de viento a los supercomputadores

Dave Richardson, director del programa X-59 en Lockheed Martin, lo resume así: “No hay magia en el avión, la magia está en las herramientas que lo hicieron posible”. Lo que antes exigía años de pruebas en túneles de viento —miles de maquetas y errores— hoy puede simularse en horas.

Los ingenieros modelaron la interacción de las ondas sónicas a 15.000 metros de altitud y descubrieron cómo distribuirlas para que lleguen a tierra como vibraciones amortiguadas. El resultado es una aeronave que rompe la barrera del sonido, pero no los tímpanos.

La NASA llama a este esfuerzo Quesst (Quiet SuperSonic Technology), un programa destinado a recopilar datos sobre cómo las personas perciben el sonido de un vuelo supersónico “silencioso”. Si las comunidades que sobrevuela confirman que apenas se oye un murmullo, los reguladores podrían levantar la prohibición de vuelos supersónicos sobre tierra vigente desde 1973.

El heredero del Concorde

El rugido que nunca llegó: el avión supersónico silencioso de la NASA surca el cielo por primera vez y promete cambiar la historia del vuelo
© Lockheed Martin.

La historia del X-59 es, en cierto modo, una revancha tecnológica. Cuando el Concorde surcó los cielos en los años 70, parecía el futuro. Pero su estampido —tan fuerte que rompía vidrios— lo relegó a rutas oceánicas. El X-59, en cambio, busca ser su heredero pacífico: un avión que viaje a la misma velocidad, pero sin ruido, sin poscombustión y con una eficiencia imposible hace cincuenta años.

Si todo sale como la NASA espera, los datos de sus vuelos se compartirán con la Administración Federal de Aviación (FAA) y la Organización de Aviación Civil Internacional. De ese proceso podrían surgir las primeras normas modernas para vuelos supersónicos civiles sobre tierra. Y con ellas, una nueva generación de aviones comerciales diseñados con la misma filosofía que este prototipo.

Un futuro que ya despega

El vuelo del X-59 no fue solo una prueba técnica. Fue una declaración de intenciones. Representa el retorno del sueño supersónico, pero bajo nuevas reglas: sin ruido, sin emisiones excesivas y con una estética que parece salida de un cómic retrofuturista.

La NASA y Lockheed Martin planean probar el avión sobre distintas comunidades de Estados Unidos durante los próximos meses. Algunas personas sabrán cuándo pasa; otras no. Incluso harán un experimento curioso: preguntar a la gente si escuchó algo cuando, en realidad, el avión no voló sobre ellos. Si la mayoría responde que “sí”, habrán demostrado que el problema no era solo físico, sino también psicológico.

Puede que el X-59 sea solo un prototipo, pero detrás de su morro interminable se esconde una idea que podría cambiar la historia de la aviación: que el silencio, también, puede romper barreras.

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