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Una nube de metralla en órbita podría cambiar las reglas del espacio. Informes de inteligencia advierten sobre un arma rusa que busca destruir a Starlink

Según documentos a los que accedió The Associated Press, dos agencias de inteligencia de países miembros de la OTAN habrían alertado sobre un proyecto ruso para atacar constelaciones de satélites con un arma de “efecto zona”. La idea sería generar nubes de metralla de alta densidad capaces de inutilizar decenas —o cientos— de satélites en una misma franja orbital.

Las fuentes, citadas bajo condición de anonimato, subrayan que se trataría de un sistema con consecuencias difíciles de controlar. No solo por el impacto inmediato sobre el objetivo, sino por el daño colateral que podría causar en el entorno espacial compartido por todos.

Por qué Starlink aparece en el centro del debate

La constelación Starlink, operada por SpaceX y asociada a Elon Musk, opera mayoritariamente en órbita terrestre baja, alrededor de los 550 kilómetros de altitud. Esa escala —clave para ofrecer internet de baja latencia— también la vuelve más expuesta a armas que saturen el espacio con fragmentos.

Además, Starlink ha tenido un papel relevante en Ucrania, proporcionando conectividad en el campo de batalla y apoyo a sistemas de navegación y comunicación. Moscú ha advertido en el pasado que los satélites comerciales que ayuden a Kiev pueden convertirse en objetivos legítimos, un contexto que explica por qué la constelación aparece mencionada en los informes.

Qué es un arma de “efecto zona” (y por qué asusta)

Una nube de metralla en órbita podría cambiar las reglas del espacio. Informes de inteligencia advierten sobre un arma rusa contra Starlink
© ESA.

A diferencia de un misil antisatélite convencional —que destruye un objetivo puntual—, un sistema de efecto zona no apunta a un satélite específico, sino a inundar una región orbital con fragmentos diminutos a velocidades extremas. El resultado sería una probabilidad altísima de colisiones en cadena.

El problema es conocido: el síndrome de Kessler, un escenario en el que los choques generan más escombros, que a su vez provocan nuevos choques, degradando una órbita entera durante años o décadas. En ese contexto, nadie gana: ni el atacante ni terceros.

El escepticismo de los expertos

Precisamente por ese efecto boomerang, varios analistas dudan de que Rusia llegue a desplegar un arma así. Victoria Samson, especialista en seguridad espacial de la Secure World Foundation, fue tajante ante AP: “No me lo creo. Me sorprendería mucho que hicieran algo así”.

El argumento es simple: Rusia también depende de satélites en órbita baja. Un ataque de escombros no distinguiría banderas y podría inutilizar sistemas propios. Como señaló el general canadiense Christopher Horner, una acción de ese tipo “cubriría por completo un régimen orbital y destruiría no solo Starlink, sino todos los satélites con órbitas similares”.

Estaciones espaciales en la línea de fuego

El riesgo no se limita a satélites comerciales o militares. La Estación Espacial Internacional opera entre 400 y 500 kilómetros, una franja que quedaría expuesta a fragmentos descendentes. Lo mismo ocurre con la estación china Tiangong. Ya en el pasado, maniobras de evasión por basura espacial obligaron a modificar órbitas y posponer misiones tripuladas.

Una nube de metralla deliberadamente creada multiplicaría ese peligro y elevaría los costes operativos y los riesgos para astronautas.

¿Amenaza real o escenario exagerado?

Una nube de metralla en órbita podría cambiar las reglas del espacio. Informes de inteligencia advierten sobre un arma rusa contra Starlink
© Mike Lewinski / Wikimedia Commons.

Incluso dentro de la OTAN se reconoce que estos informes deben leerse con cautela. Podrían reflejar investigación experimental, estudios teóricos o propuestas internas aún lejos de un despliegue real. Samson lo resume así: a veces, estos escenarios sirven para presionar presupuestos, justificar desarrollos propios o endurecer posturas estratégicas.

Ni el Kremlin, ni la Casa Blanca, ni SpaceX respondieron a las consultas de AP. Vladimir Putin ha reiterado en el pasado que Rusia no pretende desplegar armas nucleares en el espacio; sobre sistemas basados en escombros, no hay postura pública.

El fondo del problema: militarizar un entorno compartido

Más allá de si el arma existe o no, el episodio expone una tensión creciente: la militarización del espacio en un entorno cada vez más congestionado. La órbita terrestre baja dejó de ser un dominio exclusivo de Estados y pasó a albergar miles de satélites comerciales.

En ese contexto, cualquier acción que convierta el espacio en un campo minado no solo altera el equilibrio militar, sino que amenaza comunicaciones, navegación, observación de la Tierra y misiones científicas globales.

La advertencia de inteligencia, con o sin exageraciones, deja una idea clara: una nube de metralla en órbita no sería un arma más. Sería una decisión con consecuencias duraderas para todos los actores que dependen del espacio —es decir, para casi todos en la Tierra.

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