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Una prueba en Texas anticipa la próxima era del combate. El Ejército de EE. UU. dispara un dron kamikaze que decide su blanco en pleno vuelo

El futuro de la guerra y el combate ya no se mide solo en tanques o cazas supersónicos. En Fort Cavazos, Texas, la 1.ª División de Caballería del Ejército estadounidense probó por primera vez el Switchblade 600, una munición teledirigida que combina la paciencia de un dron de vigilancia con la contundencia de un misil antiblindaje.

Este sistema no solo promete ampliar el alcance de las brigadas, sino también plantear nuevos dilemas éticos sobre el poder de decidir un ataque a distancia.

Qué es el Switchblade 600

Switchblade 600: el dron que se convierte en misil. El Ejército de EE. UU. ensaya su nueva arma kamikaze teledirigida
© YouTube / AV.

El Switchblade 600 es una munición “loitering”, también llamada kamikaze. Pesa 34 kg, mide metro y medio y tiene un alcance de 43 km. Su particularidad es que puede volar hasta 40 minutos como un dron de reconocimiento, transmitiendo imágenes en tiempo real al operador, antes de lanzarse contra el blanco con una ojiva del tipo Javelin, capaz de neutralizar vehículos blindados.

El capitán Jeffrey Weller lo resumió de forma muy directa: “Es un misil con control remoto que vuela como un dron hasta llegar al objetivo”.

Por qué es diferente a otras armas

Lo que hace especial al Switchblade 600 no es solo su tamaño compacto o su potencia, sino su capacidad de abortar el ataque en pleno vuelo. El operador, al identificar un cambio en el terreno o un riesgo de daño colateral, puede cancelar la misión y reposicionarlo, algo que añade flexibilidad inédita frente a los misiles tradicionales.

Este factor convierte al arma en un híbrido entre vigilancia y ataque, útil para operaciones donde la precisión es tan importante como la letalidad.

De Ucrania a Texas: lecciones de la guerra moderna

Switchblade 600: el dron que se convierte en misil. El Ejército de EE. UU. ensaya su nueva arma kamikaze teledirigida
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El despliegue del Switchblade responde a las lecciones aprendidas en conflictos recientes, especialmente en Ucrania, donde los drones pasaron de ser simples ojos en el cielo a protagonistas del combate. Allí, el uso de municiones de merodeo y drones improvisados mostró el valor de golpear más allá de las líneas enemigas sin exponer tropas.

En este contexto, el Ejército de EE. UU. busca ampliar el alcance de sus brigadas acorazadas entre 5 y 15 km más allá de lo habitual, justo la franja donde sus tropas eran más vulnerables.

Cómo lo ven los soldados

Para los operadores, el sistema es sorprendentemente accesible. El especialista Drake Cross, que hasta ahora solo pilotaba drones de vigilancia, lo describe así: “Una vez que identificas y fijas el objetivo, puedes ajustar hasta el impacto para asegurarte de dar en el blanco”. La idea es sencilla: disparar sin abandonar una posición protegida.

Ventajas y dilemas éticos

El Switchblade 600 promete ventajas tácticas muy claras:

  • Atacar objetivos blindados sin exponer tropas.
  • Convertirse en dron o misil según la necesidad.
  • Reducir daños colaterales al poder abortar en vuelo.

Sin embargo, también abre interrogantes. ¿Qué ocurre si este tipo de armas se populariza y llega a manos de grupos no estatales? ¿Qué responsabilidad recae sobre el operador que, a kilómetros de distancia, decide el impacto? Y, sobre todo, ¿hasta qué punto se desdibuja la línea entre combate humano y guerra automatizada?

El Switchblade 600 simboliza la evolución de la guerra hacia sistemas cada vez más híbridos: drones que espían y atacan, misiles que esperan órdenes hasta el último segundo. Para el Ejército de EE. UU., es una herramienta que amplía su alcance y protege a sus tropas. Para el debate global, es un recordatorio de que la tecnología militar siempre avanza más rápido que las normas que intentan regularla.

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