Esta tecnología ha sido desarrollada por la empresa Koniku, con sede en San Francisco, California.
Pero su fundador es africano: Oshi Agabi, un nigeriano nacido en Lagos.
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Agabi acaba de presentar su invención en la conferencia TEDGlobal celebrada en Tanzania, donde explicó cómo enseñó a oler a sus computadoras
Las computadoras superan a los humanos en algunas actividades, como resolver de ecuaciones matemáticas complicadas.
Pero hay muchas otras áreas en las que nuestro cerebro aún conserva su primacía. Como enseñar a una máquina a reconocer olores.
Algo que requiere una cantidad colosal de energía y potencia.
Los expertos creen que producir sistemas como estos en masa va a resultar desafiante.
Sin embargo, todas las grandes compañías tecnológicas, de Google a Microsoft, se están dando prisa para crear inteligencia artificial en base al cerebro humano.
Lo que Agabi está intentando hacer es ingeniería biológica a la inversa.
La ventaja de esta es que puede realizar las mismas funciones que un procesador de silicio pero usando sólo una fracción de la energía que este requiere.
"Biología es tecnología", afirmó en este evento. "Todas nuestras redes de aprendizaje profundo copian al cerebro".
No más controles de seguridad
Koniku nació hace más de un año y desde entonces ha recaudado fondos por US$1 millón y, según su fundador, ya es rentable.
Sus acuerdos con el sector de la seguridad le han generado ganancias de US$10 millones, afirmó Agabi.
Su nuevo producto, Koniku Kore, es una amalgama de neuronas vivas y silicio. Tiene una capacidad olfativa gracias a sensores que pueden detectar y reconocer olores.
"Puedes dar a las neuronas instrucciones sobre qué hacer. En nuestro caso, les decimos que provean un receptor que pueda detectar explosivos", afirmó el ejecutivo africano.