El "príncipe Playboy": historias y desdichas del niño que creció entre conejitasCooper se convirtió en el heredero del mayor imperio erótico del mundo. Anécdotas de un joven de 26 años que desde su infancia creció rodeado de lujos y placeres, y que busca revolucionar la marca para llevarla a una nueva generación. Cooper Hefner (Los Ángeles, 1991) podría haber sido un hombre más, pero no un hombre cualquiera. El cambio se produjo hace más de dos décadas cuando su padre, Hugh Hefner, creador de Playboy, decidió ponerle punto final a su matrimonio con Kimberley Conrad, una playmate de los años 80. Cooper tenía solo 8 años, uno menos que su hermano Marston, quien completaba aquella familia ideal, ensamblada en una mansión de lujo en el que la lujuria y lo prohibido tenían lugar a escondidas. Cooper no vio ese mundo hasta que sus padres se separaron. Producto del segundo matrimonio de su padre y Conrad, nació Cooper y su hermano Marston de 27 años. Ambos reconocen que su vida en la Mansión Playboy se desarrolló de manera tranquila y normal mientras sus padres estaban casados. Situación que cambió tras el quiebre de la pareja, lo que trajo gran cantidad de mujeres a la casa. Conrad logró aislar a su ex marido de aquel mundo durante el matrimonio: "Yo sólo quiero que esto sea como un verdadero hogar. Las conejitas todavía siguen viniendo, lo que pasa es que ahora usan traje de baño. Creo que es mejor así", explicaba muy gráficamente a la revista People después de su boda. Así que Cooper y su hermano, a pesar de que sus padres ya no estuvieran juntos, siguieron viviendo con los dos, y, por consiguiente, no salieron de dentro de los muros de la mansión Playboy durante toda su infancia y adolescencia. Ya en su adolescencia, mientras Marston se alejaba aún más del universo Playboy, Cooper se acercó a su padre a través del negocio. "Mi padre siempre me protegió de las fiestas, nos liberó de la tentación y el descontrol reinante. No teníamos una relación como la de todos los padres e hijos, pero entendí de joven que esa iba a ser nuestra relación". Cooper intentó hacer lo que cualquier chico de su edad: llevar a sus amigos e invitarlos a comer y escuchar música. Pero lo hacía en su habitación, en el que había un tocadiscos con canciones de Frank Sinatra y una sala con un colchón rosa en el suelo emulando una furgoneta de los 70. O a ver su propio zoo, en el que tenía desde cacatúas o monos enanos, o a la mítica gruta de la mansión. "Me pasaba como a cualquier adolescente de 14 ó 15 años cuando sus padres hacen una fiesta. Ibas a las escaleras y mirabas qué estaba pasando y por qué no te habían invitado. Aunque luego con mis amigos yo no podía hablar de nada de eso. Me hubiese metido en serios problemas con mis padres", dijo Cooper hace algunos años en una entrevista. Cooper es, actualmente, el director creativo desde julio de 2016, tras unirse al negocio familiar inicialmente a los 21 años, para luego abandonar su posición por diferencias con los ejecutivos al mando de la empresa. Además de alabar la labor del fundador de la compañía, ha llegado a decir que "algunas fotografías de Playboy deberían estar en los museos". Y a través de sus redes sociales, Cooper se ha convertido en algo así como el embajador de la empresa. Acude a fiestas, se hace fotos con las conejitas y promociona los numerosos artículos que ahora llevan el sello Playboy y que van desde colonias hasta ropa o discotecas. Ya se habla de reemplazos y todo parece indicar que Cooper será el sucesor de su padre. El príncipe será el heredero de un reinado rodeado de excesos, mujeres y fantasías. O no. Sí es seguro que nunca borrará el pasado, su infancia, los esfuerzos de su madre por preservar su niñez. Lo atípico convertido en convencional. Las carencias transformadas en rutinas. Las alegrías y las desdichas de un niño que quiere ser grande. Volver a Actualizarte |
|