Jueves, 10 de Mayo de 2018

Errores frecuentes al darnos una ducha

Darse un baño es uno de los mayores placeres que pueda existir. Eso nadie puede negarlo. Pero, sin darnos cuenta, podemos cometer muchas equivocaciones que reducen su eficacia o no nos permiten cumplir con el objetivo de higienizarnos como corresponde.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha redactado una especie de decálogo para el buen baño (no se llama así, pero podría llevar ese nombre perfectamente).

Por ejemplo, han indicado que la ducha perfecta no debería tener una duración mayor a los 5 minutos o a un gasto superior a 100 litros de agua. Sin embargo, parece que los que tienen acceso al baño hacen caso omiso de estas indicaciones.

Las mujeres son las que más tiempo pasan en la ducha y además suelen bañarse todos los días cuando lo recomendable es hacerlo día por medio. Presta atención a otros errores que cometemos al entrar a la tina:

Usar agua muy caliente
Es verdad que cuando hace mucho frío afuera o llegamos a casa después de empaparnos con la lluvia lo único que queremos es darnos una ducha bien caliente. Sin embargo, no es lo mejor según los médicos de la OMS.

El agua ha de estar templada en cualquier momento del año para no resecar la piel ni dañar el cabello. Aproximadamente en 30 °C es lo óptimo. Aunque no podemos poner un termostato o termómetro en el baño, podríamos indicar un parámetro intermedio entre frío y caliente para saber si estamos en lo correcto.

Elegir un champú de mala calidad
A veces vemos ofertas en el mercado y compramos un producto que dista mucho de ser bueno. Es preciso prestar atención al tipo de cabello que tenemos y sus necesidades específicas (por ejemplo, si nos teñimos, si tenemos caspa, si se nos cae el pelo, etc).

Más allá de la marca o del coste debemos elegir el champú y el acondicionador por su composición. Para que realmente surta efecto hay que usarlo durante 6 meses en continuado.

Por otra parte, no debemos equivocarnos al pensar que el 2 en 1 es una opción ideal para tardar menos en la ducha. Cuando se mezclan estos productos no realizan su trabajo de la manera correcta.

Solo cuando vas de viaje y quieres ocupar menos espacio en la maleta podrías permitirte el uso de este tipo de artículo de limpieza. En casa, no.

Tardar mucho en secarnos
Cuando terminamos de bañarnos cerramos el grifo y quizás nos quedemos ordenando la tina o dejando que el agua se escurra sola de nuestro cuerpo. En ese tiempo la temperatura ambiente irá descendiendo y esto puede traer consecuencias para nuestra salud como, por ejemplo, resfriarnos.

Lo mejor sería secarnos con una toalla dentro del habitáculo y luego vestirnos sin esperar demasiado. Debemos evitar salir para ponernos la ropa en la habitación, ya que el cambio de calor a frío o las corrientes de aire pueden ser perjudiciales.

Usar demasiado jabón
Tenemos la creencia de que a más cantidad de espuma por nuestro cuerpo, más limpios estaremos. Menudo error. Los perfumes y otros componentes que tiene el jabón no solo quitan las bacterias dañinas sino que además “barren” con el manto ácido que tiene la piel.

¿Para qué sirve? Nada menos que para ser una protección natural contra los virus o cualquier microorganismo que desee ingresar a través de los poros.

Se recomienda entonces usar jabones que sean libres de perfumes y, en lo posible, no usar demasiada cantidad. Con un poco es suficiente. Algunas marcas ofrecen una fórmula “Syndets” (detergente sintético, o “jabón sin jabón”) para respetar la capa hidrolipídica que recubre la epidermis.

Hay que tener mucho cuidado también de enjuagarse bien el jabón o el champú, ya que puede provocar dermatitis irritativa, alergias o incluso caspa.

Emplear esponja
Son muy suaves y pueden ayudar a exfoliar el cuerpo. Sin embargo, también son un foco de gérmenes. En el caso de querer usarlas, que cada uno en el hogar tenga la suya propia.

Si existiese alguna lesión cutánea, dermatitis, descamación o cualquier otro problema dérmico se recomienda comprar una esponja nueva.

Desenredar el pelo en la ducha
Las mujeres suelen aprovechar que se están bañando para peinarse y quitar los nudos que se van formando en su cabello. ¿Sabías que eso trae como consecuencia que las hebras se debiliten y queden más opacas y quebradizas? Además, estarás gastando una gran cantidad de agua innecesaria.

Una vez salgas de bañarte cepíllate el pelo cuando aún está mojado. Y para secarlo mejor emplea la toalla. Trata de no salir del baño con el cabello muy húmedo porque puedes enfermarte. ¡Y mucho menos ir a la calle en seguida!

Bañarse muchas veces al día
Algunas personas repiten baño en dos o más oportunidades cada jornada. Por la mañana para despertarse, por la tarde después de hacer deporte y por la noche antes de acostarse. Eso no es bueno aunque haga calor o realmente estemos todo transpirados.

En el caso de que no haya otra alternativa las duchas han de ser lo más rápidas posibles y con muy poco jabón. Si es posible, no lavarse la cabeza cada vez.

Ignorar áreas difíciles
La espalda, las uñas de los pies, los talones o los codos son zonas que solemos “pasar de largo” cuando nos bañamos. Tener siempre a mano un buen cepillo para alcanzar todas las áreas del cuerpo es vital para evitar que proliferen las bacterias, la piel se vea descuidada o se produzcan enfermedades.


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