Sábado, 12 de Mayo de 2018

Se estrena "Deadpool 2": la vergüenza del barrio

Llega Deadpool 2, secuela del antihéroe cómico de Marvel que en su primera entrega cosechó un éxito inesperado. Lo interpreta de nuevo Ryan Reynolds.

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Mucho más aun después del estreno de la excesiva y multitudinaria Avengers: Infinity war, el mundo se divide en dos: la gente que ama a los superhéroes y la que los detesta. No por nada la sociedad Marvel/Disney lanza desvergonzadamente solo tres semanas más tarde Deadpool 2, una manera de ponerle paños fríos al bombardeo de franquicias con la secuela dedicada al anti-superhéroe por excelencia, que hace chistes sobre los X-Men y da mal ejemplo justiciero con sus líneas escatológicas y miserias tragicómicas. Así, la maquinaria hollywoodense sigue amasando fortunas con el género aunque más no sea gracias a una oveja negra sutilmente estudiada, un jocoso Hombre-Araña para adultos de rostro freak tras la máscara y complicidad de cuarta pared.

A decir verdad, no todo es tan planeado: la primera Deadpool (2016) fue un suceso inesperado, fruto de un proyecto que reptó durante casi una década y que insumió unos modestos 58 millones de dólares. Una efectiva campaña de marketing de expansión viral y el carisma vertiginoso de la criatura interpretada por Ryan Reynolds hicieron el resto, levantando una recaudación de alrededor de 800 millones y el merecimiento de dos candidaturas a los Globos de Oro (hazaña remota para un filme de superhéroes). La secuela, tras un arranque así, era un paso inevitable.

Así, el “mercenario bocazas” de nombre Wade Wilson transfigurado en Deadpool tras un experimento especial que lo curó de un cáncer (y le arruinó la cara para siempre) vuelve al ruedo en una historia que introduce al guerrero futurista Cable (un fornido Josh Brolin) y en la que lo asisten los jóvenes compinches mutantes Domino (Zazie Beetz), Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand) y Coloso (Stefan Kapicic), entre otros futuros X-Factor, mientras su novia Vanessa (Morena Baccarin) da vueltas por allí. Reynolds vuelve a encarnar a Deadpool y a repetir rol de productor, anexándose a la vez como guionista a la dupla asentada de Rhett Reese y Paul Wernick, en tanto el director David Leitch (John Wick, Atómica) reemplaza al anterior Tim Miller.

Fama y ansiedad


No hay dudas de que este es el gran momento de Reynolds, actor canadiense de trayectoria irregular en filmes pasatistas como La propuesta (2009), Enterrado (2010) y Mississippi grind (2015) y cuyo rol más visible había sido su temprana incursión superheroica en la fallida Linterna Verde (2011), de la que se resarció ante el tribunal nerd con Deadpool. Hasta su actual omnipresencia mediática, Reynolds había levantado polvareda por sus relaciones –salió con Alanis Morissette, estuvo casado con Scarlett Johansson y ahora es el marido de Blake Lively, con quien tiene dos hijas- y por su aspecto, que lo catapultó a la tapa de “hombre vivo más sexy” en People con una nota que revelaba que sus abdominales dispararon 2.4 millones de búsquedas en Google.
Así y todo, Reynolds está más cerca de la inadaptabilidad de Deadpool que de la brillantez de un Cíclope o un Capitán América: el actor padece de ansiedad crónica y fobia a las entrevistas, por lo que recurre a una app de meditación llamada Headspace cuando tiene que dar la cara en público. Cada aparición es para él un martirio de náuseas y temores torturantes, presión que borbotea ante el estreno de un filme al que se le exige un éxito comercial mayor al de la primera parte. “Donde hay expectativas, tu cerebro lo procesa como miedo”, reconoció a The New York Times.

En una entrevista reciente, Reynolds matizó: “Nunca he encontrado un papel que me haya dado tanta libertad como este”, y agregó: "La calificación de la película es para adultos, así que vamos a hacernos los pícaros y decir lo que queramos. Llevo un tiempo viendo que hasta los cómicos tienen hoy miedo, pero luego aparece en escena Ricky Gervais y a él le da todo igual. Esa libertad, ese humor descarado de quien se ríe de uno mismo es precioso, es saludable y rompe la tensión".

"Deadpool es un personaje de moral flexible que no quiere hacer el bien, sino que lo hace a regañadientes. No es virtuoso, no es Superman. Pero eso lo hace único, interesante, querible. Querés a un tipo que mete la pata cuando lo que prima es ser perfecto y dar la versión mejorada de uno mismo", completó el canadiense de 41 años sobre el personaje que interpretó por primera vez en X-Men Orígenes: Wolverine (2009, como Wade Wilson) y que vio la luz en 1991 en la historieta New Mutants, por obra y gracia del guionista Fabian Nicieza y el dibujante Rob Liefeld.

Brolin, que hace de Cable inmediatamente después de hacer del villano cósmico Thanos en Avengers: Infinity war, muestra la relajación que Reynolds añora: “Para un actor es divertido hacer cosas así. Parece que este tipo de filmes no requieren interpretación, pero yo veo que piden más concentración, imaginación y convicción", señaló el californiano, conocido por sus roles en los filmes de los hermanos Coen y feliz de que lo llamen para filmar cintas de superhéroes a sus 50 años. "A mi edad no me importa nada, es una decisión personal pasármelo bien al trabajar", cerró.


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