Martes, 30 de Julio de 2019

Fingir sonrisas y actitudes positivas en el trabajo lleva a beber más de la cuenta

Un estudio realizado por Penn State y Buffalo University concluyó que quienes suprimen las emociones negativas son más propensos a alcoholizarse después del trabajo.

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Para realizar este estudio, los investigadores recopilaron los datos a partir de entrevistas a alrededor de 1.600 trabajadores estadounidenses. Además de la información sobre supresión emocional (lo que se conoce como «actitud superficial») e ingesta de alcohol, los investigadores preguntaron sobre la impulsividad de los participantes y qué tanta autonomía sienten al trabaja

 

El hecho de estar muerto de sueño y cuestionándote hasta lo más mínimo de tu existencia, y además tener que poner buena cara a la gente con la que trabajas, suena como la peor pesadilla de todas. Y claro, muchos de los que viven esa dualidad y tienen que ponerse la máscara de la buena onda, terminan refugiando sus frustraciones en el alcohol.

 

Un estudio de la Penn State University y la Buffalo University investigó los hábitos de consumo de alcohol de aquellas personas que trabajan con el público, tales como los que trabajan sirviendo a gente en restaurantes, enfermeras que atienden pacientes o profesores que enseñan a estudiantes.

El estudio demostró que quienes fingen reacciones positivas y suprimen las negativas a la hora de relacionarse con el público son más propensos a alcoholizarse después del trabajo.

 

Alicia Grandey, profesora de psicología en Penn State, comentó que las empresas deberían replantearse el concepto de «atender con una sonrisa en la cara».

 

 

«Fingir y suprimir emociones con los clientes se relaciona con beber, pero independientemente del estrés del trabajo o las sensaciones negativas. Lo que hace beber a estas personas no es el mero hecho de sentirse mal, sino que mientras más tengan que controlar las emociones negativas en el trabajo, menos capacidad tienen para controlarse a la hora de beber» dijo Alicia Grandey

Grandey se refiere a que a la hora de fi

ngir o suprimir sus emociones ante el público, los trabajadores usan mucho el autocontrol. Pero a la hora de beber, ese autocontrol ya está agotado y no pueden regular bien la ingesta de alcohol.

 

Además de lo ya expuesto, se concluyó que la «actitud superficial» está enlazada con el alcoholismo, y que la fuerza de esa relación depende de los rasgos psicológicos de cada trabajador y de su grado de autocontrol en el trabajo.

 


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