Lunes, 23 de Marzo de 2020

“Ozark”: las claves del éxito de la serie heredera de “Breaking Bad”

La serie dramática de Netflix en la que un asesor financiero, junto a su familia, lava dinero para un cártel mexicano estrena su tercera temporada el 27 de marzo. Secretos, detalles y guiños de una historia con personajes y giros desconcertantes

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El matrimonio de la serie Ozark amplía sus inversiones para lavar millones para los narcos mexicanos. El 27 de marzo mostrarán sus hilos en el estreno de la tercera temporada, por Netflix. El asesor financiero Marty Byrde (Jason Bateman) y Wendy (Laura Linney) pusieron un casino a la orilla del gran lago en el centro de Missouri: compraron favores, oscurecieron a políticos opositores y ocultaron peligros medioambientales. Pero su peor preocupación está por llegar: sus dos chicos crecen rápido y la adolescencia es algo fatal. ¿Sobrevivirán a tanto estrés?

“Todo lo que hice fue para proteger a mi familia”, desafía Marty, de pelo negro y cara de vecino inofensivo, sin acelerar la respiración. Y la rubia Wendy enrojece sus suaves mejillas. “¿Ah, sí? ¡Esa es una excusa muy gastada!”. El encuadre se abre y se oye una tercera voz: “Paren ahí. Un matrimonio sólo funciona si hay confianza”, aporta la psicóloga anciana en su consultorio con vista al lago. Al rato, Wendy se irá corriendo y la terapeuta insistirá: “Creo que ustedes pueden ser felices”. Marty sacará un fajo de dólares. “Ahórrese todo eso. No la soborno para que nos haga felices”.

¿Cuáles son las intenciones verdaderas de este consultor de negocios que acumulaba éxito en Chicago hasta que su socio (ya bajo tierra) manipuló números y balances, y metió a Marty en el pegajoso mundo del lavado de millones para un cártel mexicano? O lo hacía, o lo mataban junto con su familia. Por eso, para expandir discretos negocios se mudaron la localidad Osage Beach, junto al Lago de los Ozarks y frente a la cadena montañosa homónima del estado de Missouri (en pleno mid-western de Estados Unidos).

Este cambio territorial y moral ocurrió en los dos o tres primeros episodios de la primera temporada de Ozark, creada por Bill Dubuque en julio de 2017. La familia Byrde puso dinero negro en un bar, en un rancho, en la iglesia local, en bienes raíces y en otras derivaciones inverosímiles, para aplacar a los mexicanos liderados por Camino Del Río, alias del actor Esai Morales. Pero el éxito sucio trae su peor consecuencia: Marty Byrde le tomó el gusto a su talento para hacer circular la pila de dólares en actividades diversificadas y no hubo vuelta atrás. Así, un tenue padre de familia desarrolló una doble vida y sus elecciones lo volvieron un ser cada vez más sombrío, con afán por el mal. ¿A qué serie hace acordar?

Es indudable que Ozark tomó parte de su pulso inicial del ejemplo de Breaking Bad: el brillante profesor de química Walter White (Bryan Cranston), al enterarse de un supuesto cáncer terminal, empezó a sintetizar junto a su alumno Jesse Pinkman (Aaron Paul) una metanfetamina azul de alta efectividad y vendió la primera tirada a unos narcos del montón. Cuando vio que la demanda iba en alza hizo algo mejor: se puso al frente del negocio, sin intermediarios, y tomó un alter-ego que lo volvería un mito narco en Albuquerque, Nuevo México: Heisenberg. Su nueva imagen creció como el rumor de su letalidad: un sombrero negro de ala corta (estilo ecuatoriano) que tapaba su cabeza rapada, anteojos negros y barba candado a tono.

Marty Byrde, la invención de Jason Bateman, hasta entonces identificado con papeles graciosos y simpáticos por su rostro confiable, no modificó su apariencia para volverse un criminal más cerebral que de acción en Ozark (habrá que ver qué se dispara en la tercera temporada, desde el 26 de marzo). Su procesión es interior. Pero las afinidades entre Breaking Bad y Ozark (al menos en la superficie), son un indicador clave de esta era de sobresaturada oferta y demanda de series: hay cada vez más ficciones similares entre sí. Mes a mes surgen producciones que recuerdan a otras ya conocidas o consagradas. No son plagios ni remakes, sino nuevas series cuyos temas, tramas y personajes evocan a otras que lo contaron antes.

El fenómeno se ve en cable así como en las plataformas on-demand. Y las señales y compañías de streaming aprovechan esas similitudes para diversificar y potenciar televidentes. “Si te gustó esta serie te va a gustar tal otra”, se lee en incontables notas periodísticas online, que siguen la misma lógica de los algoritmos de Netflix, que se alimentan de los gustos y elecciones de los espectadores para saber qué nuevas series recomendarles a cada segundo. Aunque la frase exacta podría ser: “Si te gustó esta serie, ¡te va a sonar parecida a un montón!”.

Esto no oblitera el éxito que logró Ozark: lo categoriza. Luego de sucesivas nominaciones a los principales premios de la industria televisiva norteamericana, en los 71º Premios Emmy 2019 (entregados el 22 de septiembre) Jason Bateman ganó su estatuilla no como actor protagónico en serie de drama, sino por mejor dirección en ese rubro: por Reparations, el primer episodio de la segunda temporada. Además, Julia Garner se llevó el Emmy a mejor actriz de reparto por su magnético papel de Ruth Langmore.

¿Quién es? Con un largo prontuario delictivo junto a su familia, buen carisma y viveza para los negocios, Ruth devino un eje importante de la operación de lavado de dinero de Marty: de un bar frente al lago, a un club de strippers llamado Lickety Splitz. Allí mostró su carácter empoderado (aunque fuera para lo ilegal): mano firme como administradora y para frenar a clientes violentos y borrachos y una lealtad absoluta hacia Marty. Su personalidad impetuosa y resolutiva (pura calle e intuición) funciona como exacto equilibrio del perfeccionismo del carácter del rol de Bateman. Son lo más parecido a una férrea amistad que puede brindar Ozark. Si las cuentas dibujadas, las sospechas y traiciones alrededor no llegan a afectarlos demasiado.

¿Qué les deparará esta tercera temporada? “Marty, yo no soy tu fucking terapeuta”, lo sermonea Ruth, como si fuera su hermana mafiosa, entre contenedora e implacable, luego de que aquél le fuera con sus problemas familiares y, sobre todo, con las inseguridades que siente por los devenires escabrosos del lavado de caudales en la enorme casa de apuestas junto al lago. Hay demasiadas bocas que alimentar, contentar y coimear.

Así anuncia esta nueva temporada el tráiler oficial: “Pasaron seis meses y el casino está en funcionamiento, pero Marty y Wendy están luchando por el control del destino de su familia. Ayudada por una alianza con la abogada Helen Pierce y por el líder del cártel de drogas Omar Navarro, Wendy planea su expansión mientras Marty desea mantener el statu-quo. Pero cuando el hermano de Wendy, Ben, llega a la ciudad, la vida de todos se va a ver sumida en el caos”.

Imposible soslayar dos focos adicionales de conflicto y de amor para Marty: su hija de 15 años, Charlotte (Sofia Hublitz), y Jonah (Skylar Gaertner), de 13. Ella sueña con volver a Chicago y esquivar el destino delictivo de su familia. Por eso había contratado -por su cuenta- a un abogado, para emanciparse legalmente de la tutela de sus padres. Jonah siente una creciente empatía por los animalitos muertos y es un buen aprendiz del lavado de dinero y de las ofertas que no se pueden rehusar: hace que sus compañeros le paguen por hacer su tarea. Dos líneas narrativas en una red múltiple de sucesos y sinsentidos, que por momentos dan gracia, otros pena, y finalmente pavor.

Todo ello es Ozark, que retorna recargada este mes: Wendy será una coprotagonista aún más fuerte, sin temor por las escopetas, y Marty se las va a tener que ingeniar para lograr lo de siempre: salir bien parado de cada situación límite. Permanecer con vida. No será Breaking Bad, pero el placer de reencontrarse con Ozark y sus caracteres dislocados por la violencia, las amenazas y la ambición no deja descansar. Un paseo nocturno por el gran lago de Missouri no va a ser tan peligroso si se sabe con quién andar y cuántas armar llevar. Nadie va a querer hundirse solo en esta serie, ideal para maratonear.


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